Cápsulas de Navidad (sabor a infancia)

  Hay personas que rechazan la Navidad por ser una festividad religiosa y consumista. También hay otras que sencillamente la repudian a muerte, sin mucho más argumento para su animadversión, que un asco visceral e irracional imposible de controlar.
  Por fortuna, ni uno ni otro son mi caso. Quizás a las personas que no les gusta la Navidad, o que se pasan toda la fiesta haciendo mil y una críticas, yo les preguntaría qué significa exáctamente para ellos la Navidad y por qué.

  Os voy a decir lo que significa para mí. Yo siento la Navidad como una de esas cajas metálicas donde uno guarda cosas, en apariencia insignificantes, pero que en realidad son símbolos de experiencias pasadas, presentes y futuras. Sí, ya sabéis, todos tenemos ese tipo de objetos que funcionan como catalizadores de nuestros sentimientos, ayudándonos a rememorar un día, una sensación o incluso una ilusión futura. Cápsulas mágicas que son capaces de recrear nuestro mundo interior en milésimas de segundos, gracias a una percepción que hace explotar nuestra imaginación llevándonos a aquello que nos hizo sentir bien en el pasado y que queremos volver a repetir, ya sea igual o de distinta forma.
  En mi caso no es ninguna caja física lleno de recuerdos tangibles, sino toda una amalgama de percepciones que, aunque a veces perduren dormidas durante años, basta que las active para que me exploten en el coco llevándome a donde yo quiero.
  ¿Qué es la Navidad para mí? Pues todo aquello que he experimentado por estas fechas y me he dejado una impresión placentera, y en algunos casos incluso entusiasta. De pequeño, la Navidad era un montón de sensaciones y percepciones mezcladas que conformaban una impresión, por completo personal e intransferible, pero que terminó fraguando mi propio recuerdo e idea de estas fiestas. Desde el olor del árbol de Navidad  (por entonces no era de plástico ), el brillo multicolor y difuminado de las guirnaldas de luces que se reflejaban en el cristal del salón de mi casa mientras fuera una intensa lluvia creaba al otro lado de la ventana una especie de cuadro difuminado, la fragancia intensa y pura del serrín del portal de belén, el visionado de películas típicas de estas fechas (desde Solo en Casa hasta los cuentos ingleses de Beatrix Potter) que me hacían imaginar historietas para luego intentar recrear en mi casa. El aroma a almendra o canela de los  dulces de Navidad que me hacían la boca agua, por no hablar del olorcillo a agua de azahar del roscón de Reyes. O también, la sensación de rasgar el papel de los regalos de Reyes y ver aquella enorme caja de Playmobil que había pedido, para luego abrirla y recibir en las narices ese intenso olor a plástico tan característico de los juguetes nuevos, algo que para mí será siempre como un símbolo de la imaginación y la ilusión. Por no hablar de la experiencia inversa, la de envolver el regalo para alguien que te importa, porque el gustazo de desenvolver unos reyes se ve casi igualado cuando te toca envolverlos a ti.

  En definitiva, son muchas esas “cápsulas” de olores, sonidos y recuerdos las que conforman mi idea de las fiestas. Pero lo más importante es que son MI propia idea de la Navidad. Más allá del sentido religioso/consumista que tenga o del absurdo sentido laicista que le quieran dar ahora, como una simple celebración del comienzo del invierno.
  Porque me dan igual unos y otros. Los que reducen la Navidad a una celebración religiosa, los soplagaitas que siempre dan la vara diciendo que la fiesta la inventó el Corte Inglés o los que se creen más modernos que nadie por preferir celebrar el Solsticio pagano a la Navidad cristiana.
  Estas cápsulas son mi idea de la Navidad, y ni unos ni otros me la podrán jamás cambiar, prohibir, etiquetar ni relativizar. Porque a las fiestas yo ya les he dado un sentido, MI sentido, y lo siento pero aquí no tienen cabida confesiones religiosas, ideologías o tendencias.

Comentarios

  1. Me siento muy identificada...a mi también me produce sensaciones positivas y buenas vibraciones...ya sabes que en mi caso un poco más consumista...pero eso lo llevo todo el año! ��

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    1. ¡Gracias por comentar, Nelda, y bienvenida a mi blog!

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