El otro día me enteré que Belén
Esteban y Kiko Rivera están
cobrando en GH Vip una media de cincuenta mil euros a la semana, lo que
haciendo una regla de tres simple directa - que a ellos seguramente se la han
tenido que resolver - nos arroja una cifra de 600.000 leuros que los mendas se
van a embolsar si son capaces de aguantar hasta el final del show. ¿Esto a vosotros
qué os parece?.
Pues espero que estéis encantados, porque el programa ha llegado a tener
cifras récord de 30% de share, así que alguien lo tiene que estar viendo, vamos
digo yo. Llegados a este punto uno no sabe si empezar a reír como un loco y echar a correr sin mirar atrás o desear con todas las fuerzas que un satélite se
despeñe de allá arriba, a ver si con suerte borra la casa de GH Vip del mapa de España.
Se trata de Master Chef Junior
y sinceramente tengo que reconocer que gracias a programas como estos vuelvo a
creer firmemente que otra tele y otra España son factibles sin duda alguna;
sin casposidades, vividores, chulos rellenos de winstrol, niñatas fotocopiadas o
lumis que van de intelectuales; hay una España que espera más allá del plató
de Sálvame, creedme, parece casi mentira, pero os aseguro que es así.
¿Qué vi en ese programa - os estaréis preguntando - que me llamó
tantísimo la atención? Pues observé lo que durante años he visto brillar por
su ausencia a lo largo de toda mi experiencia por el sistema educativo, que no
es más que una serie de claves y métodos educativos a los que los niños
participantes se ven sometidos, y que a mí al menos me resultan francamente
necesarios, sobre todo si se quiere ir formando a nuevas generaciones con
capacidad para idear soluciones nuevas a nuevos desafíos.
Para empezar me llamó poderosamente la atención como se les exige a los
niños unos resultados bastante estrictos
para la edad que tienen, como se les aplica una lógica disciplina frente a los cocineros, que para ellos ya son figuras
de máximo respeto y admiración; además se les inculca una sana competitividad, no tanto en el
afán de que tu ego pisotee al de al lado, sino a la persecución del objetivo de
la máxima excelencia profesional y
humana. Pero lo que más loco me volvió fue cuando vi que los cocineros
realizaban valoraciones del trabajo de los críos, evidentemente siempre con
educación y corrección, pero no por ello evitando emitir veredictos demoledores dejando a un chavalín de diez años como
alguien que no supo estar a la altura.
Si colegas, ¿y sabéis lo mejor? pues que todavía no se ha suicidado
ningún niño, ni tampoco ningún soplapollas de turno - esto es lo más raro - ha
abierto la boca para decir que cómo se atreven a exponer a los niños a la
experiencia del fracaso delante de
todo un país.
Nada más lejos de ello, parece que ya hay gente que va comprendiendo
poco a poco que no es malo exigirle a los niños disciplina y máximo respeto
hacia la figura docente, parece que vamos asimilando que es vital que se
les inculque no ser autocomplacientes, o se les haga sentir en carne
propia el fracaso y la exposición de nuestro ego y errores frente a los
demás. Ya que no ocurre nada malo porque se haga eso, muy al contrario, qué
duda cabe, parece que vamos comprendiendo que ese es el camino imprescindible para labrarse en la vida cualquier futuro
profesional.
Pero creo que no es algo ni muchísimo menos casual el estilo que este
programa tiene a la hora de afrontar su funcionamiento como concurso. Creo
firmemente que no es más que un reflejo del papel in crescendo que está
adoptando el mundo de la alta cocina
en nuestro país.
Medio coco con guiso ligero y acidulado de pochas, zamburiñas, berberechos y leche de coco (Diverxo). |
No voy a daros la brasa con discursos de autoayuda ni triunfalistas.
Detrás del éxito de las grandes estrellas gastronómicas de este país está un lado
oscuro lleno de sacrificios personales, pero sobre todo la idea más que
certera de que ninguna forma de educar a un chaval, ni ninguna actitud en
concreto que se adopte ante la vida te va a llevar con total seguridad al éxito
profesional. Pero no por ello conviene desdeñar ciertas ideas que uno saca
viendo como la gastronomía española ha conseguido subir a lo más alto.
Pongamos el caso de uno de mis cocineros y
creativos favoritos: David Muñoz,
propietario de Diverxo. Os voy a
ofrecer cinco claves de porque Diverxo existe y tiene tres estrellas Michelín:
1- David decidió ir sin cuartel a por su sueño al ser la única y más inamovible certeza personal que el
joven cocinero tenía en su vida. Esto no es moco de pavo, ya que la mayoría
de los jóvenes no tienen sueños ni ideales propios, vamos como a la deriva
en busca del primer clavo ardiendo donde nos podamos agarrar.
2 - Un ansia insaciable por aprender
sin cesar absorbiendo de todo tipo de culturas y de todo tipo de fuentes de
conocimiento. Pobre de aquel que no se de cuenta que todo está conectado, que da igual a lo que te dediques que la curiosidad debe acompañarte siempre; cultura
no necesariamente es tener carreras, cultura es saber sacar lo mejor del mundo
que te ha tocado vivir haciéndote feliz y haciendo feliz a los que te rodean.
3 - No es que al chaval no le importe asumir riesgos, es que su método es el riesgo. Ningún gran proyecto ha nacido sin un poco
de locura y otro tanto de rebeldía; independientemente de lo que todos te
digan, independientemente de lo que todos te
critiquen o envidien.
4 - La excelencia
profesional es más importante que la ropa que se vista, que el coche que se
conduzca o que el barrio donde se viva. Una sociedad que admira y respeta a sus
semejantes por el grado de
profesionalidad que estos desarrollan en sus trabajos o el riesgo que están
dispuestos a asumir por hacer realidad sus sueños, qué duda cabe que será mucho
más positiva que la sociedad que tenemos donde el prestigio social se mide en
selfies con photocalls detrás de importantes clubs o discotecas.
5 - La cocina es un mundo de creatividad y libertad,
pero en Diverxo se une otro concepto
más, y es el de experiencia. Ya no
se venden productos ni servicios, ahora se venden experiencias y la
clave está en focalizar tu trabajo en qué tipo de personalidad y valores son
en los que crees que merece la pena gastar el resto de horas de tu vida. Si
lo haces bien habrás conseguido dos cosas que ahora mismo nos falta a la
mayoría de los españoles: pasión y
entusiasmo.
Es una lástima que la ola innovadora venga por parte de un sector
económico en vez de manar directamente del Ministerio
de Educación, que es de donde debería salir la España que necesitamos.
Menos mal, que siendo positivos, uno se da cuenta que el talento de una
nación es como un manantial imparable, si no sale gracias al sistema
educativo, será el mundo de la alta cocina o muchos otros sectores más los que
arrastren a la sociedad hacia un cambio de actitud ante la vida y el trabajo.
Siempre nos queda optar por seguir teniendo licenciados en la cola del Inem y a
la Esteban cobrando cincuenta mil euros a la semana. Ya si eso me decís en qué país
querríais criar a vuestros hijos. No sé si se podrá cambiar España currando
desde una cocina, pero desde donde no va a cambiar nada a mejor es desde las
aguas pringosas del jacuzzi de la casa de Gran Hermano.
Lo de Gran Hermano es volverse loco. Yo me indigné profundamente porque yo me tiro varias horas delante de un ordenador para escribir una tesis y pocas veces o ninguna veo sus frutos, nadie reconoce mi trabajo, y es triste... y lo peor es pensar que todo este esfuerzo quizás valga para nada. Pero otras se tiran a un torero, tiene a una hija, se mete de coca hasta el sentido y ahí están... que por no saber no sabe ni que España está pasando una crisis.
ResponderEliminarPues sí hija pues sí, mi único consuelo es que me da igual cuánto cobren por estar ahí dentro que no me cambio por ellos, prefiero seguir un camino por el que pueda ir con la cabeza bien alta.
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