Noche de Ánimas

  ¡Qué pasa, chavales! ¿Cómo van esos disfraces de zombies, las dentaduras de vampiro o los sombreros de bruja para esta noche? ¡¿Qué no?! ¡¿Qué os negáis a celebrar Halloween porque es una americanada más de las muchas que nos hacen tragar, ya que parece que todo lo que huela a perrito caliente y barras y estrellas mola mucho y hay que aceptarlo?!. Pues en verdad no andáis tan descaminados, pero a todo se le puede dar un giro de tuerca a nuestro favor, ¿que cómo lo hacemos? Quizás de esta forma…
  Antes que nada vamos a conocer un par de detalles sobre como era antiguamente la fiesta. Lo primero que debemos tener claro es que lo que hoy llamamos Halloween es una versión descafeinada y remasterizada que nos ha venido de vuelta de los EE.UU, y digo que nos ha venido de vuelta porque las raíces de esta fiesta surgieron aquí, en nuestra vieja y mágica Europa. Lo que pasa es que la imagen de cartón piedra que hoy día se tiene es el producto de años de exportación cultural americana a través de la cultura cinematográfica, pero vamos a ver cuán diferente era la fiesta en sus orígenes.
  Todo comenzó como una fiesta de culto druídico celta para celebrar el año nuevo que para ellos comenzaba hoy, treinta y uno de Octubre. La celebración duraba varios días en los cuales se adornaban las casas con flores, los druidas recogían muérdago sagrado para sus rituales, había bebida en plan barra libre y bailoteo hasta las tantas.
 Fijaos qué curioso. Cualquiera podría pensar… ¡Ah, entonces la fiesta era igual que ahora! ¡¿Básicamente se trataba de bailar y beber haciendo el canelo, yendo disfrazado con cuatro trapos, no?! ¡Bueno y si te mola más el rollo de terror, ver una película de miedo o ir a algún sitio chulo de noche para pasar miedo en plan casa encantada o algo así! ¡¿No?!.
  Pues no. Era justo todo lo contrario. Hoy la celebración se ha despojado por completo del sentido trascendente que tenía entonces, y no solo eso, sino que se ha transformado directamente en un producto. La fiesta celta del treinta y uno de Octubre – o mejor llamada Samhain – era una fecha muy especial donde el plano transcendental o astral casi se fundía con el real o terrenal. O sea que vivos y muertos estaban más cerca que nunca, pero esto no era un motivo de miedo puesto que en la sociedades antiguas la muerte era una parte completamente indisoluble de la vida, primero porque las personas convivían con ella de un modo mucho más cercano y segundo porque la coexistencia social era a partir de una dinámica de violencia casi continua.
 ¿Esto qué quiere decir?  Pues básicamente que los celtas aprovechaban estos días, en los que la oscuridad se funde con la luz venciendo a esta, para tomar contacto con sus familiares muertos y conectar con ese plano espiritual en el que ellos vivían a diario, pero de un modo mucho más intenso al estar los dos planos más unidos que nunca.
 Vamos que, fiesta y bebida había, estamos de acuerdo, pero la celebración tenía un profundo e importantísimo sentido espiritual, situando el más allá y la muerte en el centro del sentir de la fiesta. No era una noche de miedo, puesto que ellos no tenían esa concepción de la muerte o los muertos, el terror a la muerte llegará con el cristianismo, al introducir este el concepto de pecado y con él la perdición de tu alma: por tanto introduce el miedo en Occidente a un más allá poblado de demonios y seres monstruosos.
  Pero ahora vayamos al punto que para mí es very important. ¿Entonces celebramos Halloween o pasamos de horteradas?. Pues mirad, desde mi punto de vista no veo nada malo en celebrarlo, ya que a lo largo de la Historia todos los ritos y fiestas se ha ido sincretizando de una forma u otra, vamos que no hay nada que sea cien por cien “genuino” y “auténtico”, ya que toda cultura en general, y la nuestra muchísimo más en particular, se va conglomerando a partir de las influencias. Yo creo que porque lo celebréis no sois unos horteras, sino que estáis haciendo lo que se lleva haciendo miles de años: adoptar elementos de otra cultura a la vuestra a través de la asimilación por moda. Punto. Nada nuevo bajo el sol.

   Aunque yo apuesto siempre por enriquecer lo nuestro con lo que los demás hacen pero sin olvidar nunca nuestra propia cultura, más que nada porque nuestra España Mágica tiene figuras mitológicas, folklórikas y ritos ancestrales que son simplemente espectaculares, no ya desde un punto de vista histórico o antropológico, sino por su enorme potencial comercial, si fuésemos capaces, eso sí, de transformarlos en un producto, ¡¡eso sí!!, evitando por todos los medios que perdiesen su sentido espiritual y sagrado. Esto sería, básicamente, la recuperación y transformación de nuestra ancestral Noche de Ánimas para que la sociedad actual lo pudiese asimilar y compartir.
  Una cosa está clara, Halloween es imparable por una sencilla razón: se trata de una fiesta asociada al misterio, la fantasía, el miedo; pero sobre todo a la diversión. Y ya se sabe que si algo es el ser humano es un crío juguetón. Por eso toda fiesta que nos divierta, y más si viene a través del gran márketing que supone la cultura del cine, será bienvenida por nosotros. Por eso, gente que sois anti Halloween, tenéis la batalla perdida. Lo cual no quita que no podamos hacer algo, y es lo que os digo: rescatar, restaurar y “poner en valor” todo nuestro folklore mágico para que seamos capaces de ir descubriendo e introduciendo nuestra cultura en la propia fiesta de Halloween. y ya si fuésemos capaces de llegar a exportarlo pues sería simplemente perfecto.
  Lo dicho, a mí me gusta Halloween, pero mucho más un concepto que me evoca una realidad velada, misteriosa, romántica y muy literaria como es la #NochedeÁnimas. Sé que muchos de pequeños descubristes esta noche viendo celebrar Halloween en alguna película americana, pero que le voy a hacer si yo la descubrí con la leyenda del Monte de las Ánimas de Becquer, y queráis o no eso marca para siempre.

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