En este primer post inaugurando el 2014
quiero compartir con vosotros una curiosa reflexión a modo de bienvenida al
nuevo año, para ello os voy a guiar en un viaje que estoy seguro a nadie dejará
indiferente…
¿Cómo demonios puedo hablar sobre el modo en que
acabará desapareciendo este planeta, y que el sabor que se os quede en la boca
sea de motivación y pasión?. Un reto literario, ¿verdad? Pues a ver qué os parece esto...
Próximo destino: la Tierra dentro de 5.000 millones de años
El Sol es nuestra
principal y vital fuente de energía, hasta ahí todos de acuerdo. Pues ocurre lo siguiente, el astro rey es una estrella del tipo enana
amarilla y resulta que se creó más o menos hace unos 5.000 millones de
años. Repito…cinco…mil…MILLONES, no cinco mil años, ni cincuenta mil años
ni quinientos mil…sino 5.000 mil millones de años. La ostia de años ¿a que sí?,
tantos que nos resulta casi imposible concebirlos en nuestra pobre imaginación
teniendo en cuenta que la esperanza de vida del humanito de a pie roza
los ochenta y que el Neolítico, la mayor revolución en la Historia del Ser
Humano que inició eso que llamamos civilización, ocurrió sobre el 10.000
a.c.. Vamos…ayer por la tarde.
Pues el caso es que los cálculos científicos vienen a decirnos que el
Sol estaría ahora más o menos a la mitad de su “esperanza de vida”. Ya
que cuando termine de quemar el otro cincuenta por ciento de hidrógeno
que le queda, su principal combustible, dudo que haya gasolineras en toda la
Vía Láctea para que pueda repostar. Así que comenzará a quemar el residuo
radioactivo de la combustión del hidrógeno: el helio. Y entonces es
cuando el asunto se va a poner un poco feo. Ya que empezará a hacer “cosas
raras” como comprimirse por efecto de la gravedad hasta que rebote sobre sí
mismo, y entonces lo que pasará es que el Sol se agrandará más y más,
convirtiéndose en una gigante roja por lo que su diámetro irá haciéndose
tan enorme que se merendará poco a poco los planetas más cercanos, incluyendo
por supuesto la Tierra.
Olvidaos por completo de esas imágenes de películas de escenarios apocalípticos porque nada será ni por asomo. Para empezar, la
vida compleja, incluidos nosotros los humanos, habremos desaparecido de la faz
de la tierra muchísimos millones de años antes. Además, esto que os cuento no
sucederá de un día para otro, sino que será un proceso muy largo durante el cual la Tierra ya será un planeta cadáver en proceso de desguace de manos de la física. Así que tranquilos porque esto ocurrirá mucho antes de que el Sol esté bien
cerquita y el bronceador factor ochenta no nos sirva de mucho.
Curiosamente, la vida desaparecerá del mismo modo como apareció, pero
a la inversa. O sea, primero las formas más complejas, la vegetación, los
océanos, bla, bla bla…y finalmente todo tipo de microrganismos hasta llegar a
la primera forma de vida que hubo y que también será la última: las bacterias.
Sí, señores, al final solo quedarán ellas y el presentador de Saber y Ganar.
Para rizar más el rizo, no solo la vida en la Tierra se cerrará como
un misterioso y enigmático círculo, también lo terminará haciendo
nuestro propio Sistema Solar. Como un buen libro con una estructura y ritmo
matemáticamente perfecto, en el que da igual que lo comiences por la primera o
la última página porque el sentido siempre es el mismo. Si no fuese, claro,
porque dudo que alguna vez comprendamos cuál es ese maldito sentido.
Pero, insisto, ¿qué habrá sido de nosotros para cuando todo eso ocurra?
Imaginaos lo siguiente: estáis en la playa ¿de acuerdo? y tenéis sobre vuestra mano izquierda un puñadito de arena, ahora con el dedo meñique de la derecha recogéis un minúsculo montoncito de granitos que apenas ocupen un tercio de la yema del dedo. Luego miráis a vuestro alrededor y contempláis una extensión de arena tan enorme que vuestra vista no alcanza a ver el final. Bueno pues esa playa es la duración de este planeta, ese puñado de tu mano izquierda es la vida de nuestra especie sobre él; y ese minúsculo montoncito de tu dedo meñique… ¿eso qué es? ¡Ésa es tu vida, chaval!.
Exacto, tan corta, tan infinitamente corta comparada con la de la Tierra
que apenas es un suspiro. Aunque no terminemos de enterarnos y siempre nos
imaginemos siendo testigos del fin de nuestro planeta; con meteoritos
impactando en el Capitolio, glaciaciones engullendo a la Torre Eiffel o
maremotos que dejan Venecia al estilo de la Atlántida. Pero en realidad, cuando
el Sol llame a las puertas de la Tierra diciendo algo así como “Hola, buenas, venía a desintegrarte ¿te viene bien esta tarde o vuelvo en un millón
de años, que a mí me da igual?” Venecia, por ejemplo, para entonces, no es
que vaya a estar ya bajo las aguas (así terminará en menos de dos siglos), es
que directamente será una masa de polvo una y mil veces machacada hasta quedar
apenas convertida en un sándwich de milenios y roca.
Bien, a ver ¿Pero éste relato “tan alegre” se supone que me debía moti…qué?
Tranquilos, amigos, que aún estoy a tiempo de salvarlo. Nuestra vida es breve, muy breve, de acuerdo. Además está cargada de problemas de toda forma y color y para colmo no terminamos de saber del todo cuál es el sentido de todo esto ni qué pintamos en medio de este fregado de millones de años, leyes físicas acojonantes y certezas científicas que ponen a nuestra especie a la altura de unas hormiguitas insignificantes.
No tengo el remedio para todos los problemas que existen, y mucho
menos el sentido de nuestro papel en esta indescifrable obra de teatro que es
la vida. Pero tengo algo que quizás os alivie, dice una canción que “no
hay otros mundos pero sí hay otros ojos”, pues lo que yo puedo ofreceros es mi mirada
personal acerca de este relato que os traigo.
Y es que cuando somos conscientes de lo cortísima que es nuestra
vida, cuando uno ve claro que solo tenemos unos segundos para intentar pasarlo
lo mejor posible; creédme que hay muchas cuestiones que se empiezan a relativizar.
¿Cuántos de nosotros vivimos dejando pasar el tiempo sin atrevernos a los
cambios? ¿A cuántos de nosotros nos da vergüenza, pereza o miedo una y mil
cosas con las que soñamos a diario? ¿Cuántos de nosotros tenemos dos vidas?:
la de todos los días y la que tenemos anotada en nuestro post it mental, que es
la que verdaderamente nos gustaría un día interpretar.
Hay muchas razones que no nos dejan dar un paso al frente, son muchas
las causas que nos echan hacia atrás. Pero sin duda una de ellas ha sido
siempre y sigue siendo el miedo. ¿Os imagináis por un solo momento cómo
sería vuestra vida sin miedo?.
Cuando se tiene
verdaderamente conciencia de que nuestra existencia es un levísimo suspiro
apenas apreciable para el Universo, no puede haber tanto temor, tanta
inseguridad y tantas dudas acerca de nuestras posibilidades y nuestro futuro.
Lo único que nos queda son unas ganas incontrolables de vivir muy intensamente
y un ansia de paladear y hacerle el amor a la vida hasta caer inconscientes.
Por ello, el primer propósito que todos deberíamos tener es
aprovechar cada día de éste 2014; más allá de telediarios, previsiones
económicas y demás chorradas, ya que para cuando el Sol diga “Hola, soy tu gigante roja” todo eso sonará a risa. Así que vamos a
plantearnos lo que nos queda hasta el próximo treinta y uno de diciembre de modo que todos
podamos decir: podríamos haber hecho muchas cosas mejor, pero sin duda hemos
vivido cada día sabiendo que es un regalo único que tiene tantos sentidos
como cada uno de nosotros deseemos imaginar.
Os dejo aquí el enlace del contenido que sirvió de inspiración para éste artículo, estoy seguro que os atrapará igual que a mí los vídeos de José Manuel Nieves: http://www.youtube.com/watch?v=O50tkUqGufc
¡Os animo a comentar qué os ha parecido el artículo, así como suscribiros si os gustó mi blog!
Hola! Muy interesante el artículo. Es verdad que mirando nuestra existencia desde un prisma mucho más amplio nos quedamos con cara de tonto pero la realidad es que cuesta mucho mantener esa perspectiva cada día y sentirnos insignificantes para conseguir así ser grandes...
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario! me alegro que te haya interesado el artículo
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