Waking up in Alcorcón

 Fue un efímero sueño, una absurda fantasía, como esas que tenían los miserables hambrientos que vivían en la España del Lazarillo y Cervantes cuando para paliar el dolor de sus estómagos vacíos se imaginaban viviendo en el país de Jauja, allá donde los ríos son de leche, los estanques de miel y los árboles dan bocadillos de filetes empanados…o algo así. Pues como ellos, nosotros ya nos imaginábamos trabajando todos en Eurovegas, con nuestros uniformes, nuestras sonrisas forzadas y nuestras frases en inglés de Utrera diciéndole a los de la mafia rusia: “Guu naii, serr, jiarr yu can drink a lot of café con leche in Alcorcón Square”, trabajando entre hoteles de lujo, avenidas hollywoodienses y Ferrarys California pasando por nuestro lado como quién ve pasar Seats Ibiza.

Pues no, el viernes nos despertamos del bonito sueño y se nos acabó el Leavings las Vegas como se le acaba a Katy Perry en la canción de Waking up in Vegas, donde pasa de ir en un Lamborghini a tener que pillar las sobras de las bandejas del servicio de habitaciones en el hotel donde se hospedaba.

 Tengo que reconoceros que yo como muchísimos de vosotros tomé al principio la noticia de Eurovegas con bastante aceptación y optimismo. Sí, lo sé, lo sabíamos todos más que de sobra, aquello iba a ser lumis por un tubo, juego, alcohol, blanqueo de dinero a espuertas y mafia y vicio a punta pala entre las luces de neón. Pero muchos pensamos, total, lumis ya hay en España (tenemos Hombres&Mujeres y viceberza de coles), mafia...vete a la Costa del Sol y cuéntame. Y de blanqueo de dinero y bolsas negras de basura llenas nadie sabe de qué también andamos sobrados.
 Así que todos pensamos... ¿por qué no hacerlo pero bien hecho?, como aquel chiste que dice: ¿tú a quién vas a votar?, ¿Yo? al partido de los gays ¿Y eso? ¡Total si salga quién salga nos van a dar por culo, por lo menos ya que sean profesionales!. Pues eso, que a nadie le amarga un dulce. Y sí, os lo reconozco, yo también defendí Eurovegas, era un pastel demasiado jugoso como para que no se le hiciese a uno la boca agua, eran demasiados puestos de trabajo (o al menos, eso era lo que se creía en principio) como para andarnos con moralismos con la que está cayendo.
 Pero hubo poco a poco muchas cosas que fueron minando mi firme convencimiento. Por un lado ese inquietante baile de cifras en cuanto a los puestos de trabajo reales que se iban a crear, no hacía falta tener muchas luces para imaginarte Eurovegas con la plantilla de un crucero, lleno de chavales jóvenes de Filipinas, Sudamérica y Europa del Este gustosos de aceptar cualquier condición laboral por esclavizadora que fuese. Pero además había otro elemento que me creaba serias dudas acerca de aquel proyecto, primero que no era el primero que se hacía en España y había terminado en una absoluta ruina o estafa, y luego que a priori es cierto que podía resultar tentador, pero la crisis no nos puede enturbiar la vista para darnos cuenta de que España necesita otros tipos de proyectos económicos ideados a largo plazo con los que seamos capaces de asentar un país medianamente decente. Y aquello, por mucho que no lo quisiéramos ver, cada vez olía más a volver a tropezar de nuevo con la misma piedra. Una vez más y las que nos quedan.
 Además hubo dos cosas que eché mucho en falta. La primera de ellas era una explicación bien sincera y honesta por parte de los dirigentes políticos que llevaban aquello hacia toda la ciudadanía sobre cómo iba a ser exactamente el negocio. Lejos de hacerse algo así todo se fraguó como en una partida de Monopoli, con los políticos españoles mirando el tablero cayéndoles la baba mientras el papichulo de Adelson se reía cual hiena sabiendo que tenía hasta la casilla de salida blindada.
 Pero lo que más me hizo cambiar de opinión no fue ninguna de las peticiones y exigencias con las que nos vino a engañar el fulano, ni siquiera las serias dudas que me asaltaban al pensar qué podía pasar en el caso de que el chiringuito se lo llevase el Levante. Lo que más me rebeló fue la falta de dignidad total con la que actuaron algunos políticos, sobre todo una mujer que empieza por A y termine por -guirre, a quién solo le faltó en las ruedas de prensa salir vestida de pin up repartiendo flyers. Algunos dirán que no, que muy al contrario de mi opinión, el rechazo de Adelson responde precisamente a que no hemos dejado que nos pisoteen. Pero siento comunicaros que no ha sido así, las últimas exigencias fueron la gota que colmó el vaso, pero ya de ese vaso habíamos estado bebiendo todo lo que nos echaron, y temo deciros que no fue precisamente agua embotellada.
 Y eso sí que no. Podremos tener más trampas que el Coyote, podremos ser pobres y tenerlo más complicado que Mario Vaquerizo en la Legión. Pero como personas y como nación, debemos tener una dignidad que sea inviolable, no se puede pasar por todo, no podemos agacharnos y arrastrarnos como babosas porque entonces habremos perdido lo más sagrado que pueda tener ningún pueblo, y es que nuestros nietos lean lo que hicimos en los libros de Historia sin que por ello se nos tenga que caer la cara de vergüenza.

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