Sólo de nosotros depende

  Déjame que te cuente una cosa. El pasado trece de septiembre se produjo algo maravilloso y nadie se dio ni cuenta. Por primera vez en la historia de la humanidad fuimos capaces de lograr que un artefacto creado por el hombre llegase, nada menos, que a los límites del Sistema Solar. Se trata de la sonda Voyager, que lleva ya 36 años viajando, con mucha menos tecnología en sus tripas que la que hoy pueda tener un IPhone.
   Pero con su aire vintage y todo, ella solita va navegando a 14,5 kilómetros por segundo, tan rápido que parece que llevase pizzas calentitas del Domino´s Pizza. Y justo ahora, acaba de entrar en el espacio interestelar, un sitio con un nombre genial entre lo freak y lo hit, que no sé a vosotros, pero a mí me encanta como suena.



  Pero sé que tenéis razón: mañana habrá que pagar la hipoteca como siempre vaya por donde vaya ese trasto. Y como vosotros comprenderéis, si poco me importa mi vecino de enfrente, menos aún un cacharro que hace pi…pi…nada menos que a 18500 millones de kilómetros de aquí.
  Muchos de vosotros podréis pensar que lo que aquí os cuento es una simple noticia curiosa para despejar momentáneamente el coco de tantos problemas. Es más, para otros, mirar las estrellas no es más que un intento pueril de evasión sin sentido, cuando los problemas que nos preocupan a todos están por debajo de la capa de ozono.
  Y no seré yo quien niegue lo evidente. El punto de partida para un cambio real de todos los males que asolan España, parte sí o sí, de estar profundamente informado de lo que ocurre a ras de suelo. Aunque siento deciros que con eso no basta si queremos iniciar una verdadera transformación. Y ahora es cuando me pongo en plan zen. Si lo que realmente queréis es una profunda evolución del sistema, o sea, lo más parecido a una renovación lenta pero segura, nunca vendrá si no es paralela a un verdadero cambio espiritualCada uno deberá elegir con qué se cura la incertidumbre, con qué combate el miedo o cómo hace para que no crezca la mala hierba de la desilusión.
  Por mi parte, yo os invito a una reflexión esta noche, se trata de que os toméis unos minutos para mirar el cielo aunque sea desde la ventana. Podéis hacer eso o lo que os plazca. Sentido y razones para luchar las podéis encontrar hasta debajo de las conchitas de la Playa de la Muralla. Pero hoy yo quiero invitaros  a que miréis el cielo estrellado.
  Allá, a lo lejos, tan sumamente lejos que ni lo podemos abarcar en nuestra mente. Va un trozo de lo mejor de nosotros por la autopista de salida, nada menos, quién lo hubiese imaginado, que del mismísimo Sistema Solar. Fabricado con la lógica de las matemáticas e impulsado con la magia de la poesíaLuego, antes de acostarte, mírate al espejo. Fíjate en tus ojos y ten claro una cosa: no solo somos corruptos, necios o miserables; también somos ese trozo de genialidad que navega hacia el infinito. Solo de nosotros depende a qué tipo de hombre queremos llegar, solo de nosotros depende con qué elegimos soñar.

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