Esto es lo que puedo contaros

  Hace justo un año por estos mismos días no acostumbraba a leer el Viva el Puerto, sino el Manchester Evening News, ya que como muchos que aún siguen allí, me encontraba por Inglaterra, en concreto en Manchester, buscando algo de suerte y un par de experiencias que un día como hoy mereciera la pena contar.
  Os aseguro que la aventura ha merecido la pena, no porque me haya hecho de oro, ni porque vuelva con la vida resuelta. Lo que sí puedo contaros, es que pocas veces me había sentido tan vivo, como por aquellas calles de Manchester tan frías y desconocidas.
  Es bella la experiencia, y positiva cuanto menos. Si son vuestros hijos los que se os van para allí, decidles que lo más valioso para ellos no es con cuánto dinero regresen, sino como miren a España, como observen su vida y como experimenten el mundo cuando vengan de vuelta. Ese será el mejor botín que ellos puedan traer, nunca se les gastará y les servirá para toda la vida.
(esa tarde de invierno se merendó  arco iris)

   Si por el contrario ya están allí pero la aventura por lo pronto tiene más sombras que luces, decidles que un buen primer paso consiste en observar los rostros de las personas con las que compartan su ciudad, y ver en ellos un batallón de soldados luchando en la misma trinchera. Al fin y al cabo todos nos enfrentamos contra el mismo enemigo, realmente lo único que deseamos es aprovechar ésta vida.
  Allá arriba, por esas tierras por donde a veces parece que hubiesen escondido el sol, también se pueden tener experiencias y conocer a personas con tanta luz y color como disfrutamos en Cádiz. Por eso, estéis donde estéis, intentad sentir la ciudad que pisáis. No paséis por esas ciudades sin que ellas pasen por vosotros.
  Gracias Manchester por como me acogiste, por como me ayudaste yendo como un humilde inmigrante. Por todo lo que aprendí de ti y por todo lo que junto a ti descubrí positivo de mí. Por enseñarme a sentir, que por encima de cualquier crisis, siempre nos quedará una tierra, allá donde nunca imaginamos que la pudiésemos encontrar.
  Nunca pensé que una ciudad tan fría, industrial y gris me iba a dar un abrazo con tanta calidez e ilusión. Inyectándome una necesidad imparable de descubrir nuevas ciudades, nuevas calles y rostros que se me queden retenidos en mí retina. Creo que todo ese mosaico de imágenes y sensaciones es la mejor patria que se pueda imaginar.

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