Imaginaos el siguiente experimento: pongamos
un profesor de secundaria cualquiera, de esos que tienen que ir a clase con red
y tridente desde que en España confundimos la autoridad con el fascismo. Para
iniciar el primer día de instituto se le ocurre llevar una idea original a
clase, nada más entrar conecta un portátil a un proyector, indica a un alumno
que baje las persianas para ver mejor, y este, con gesto de asco, y ya cansado
desde primera hora, termina haciéndole caso.
Los chavales se quedan extrañados al ver que
el profesor no ha dicho todavía ni media palabra. Entonces el profe se conecta a Google y
de allí accede a Mitele. Los chavales se revolucionan, por fin uno enrollado, piensan, a ver si pone Callejeros y nos reímos viendo yonkies, dice uno de la
fila de atrás.
Entonces pica en el Campamento y pone los
vídeos donde apareció Lucía Extebarría. La mitad de la clase no tiene ni puta idea
quién es, la otra mitad la reconoce por haberla visto en el programa. Lo normal, vamos.
El profe pregunta si alguien sabe de quién se trata y si se han leído un libro
de ella. Una chica tímida levanta la mano y afirma con la cabeza, Un Milagro en
Equilibrio y Beatriz y los Cuerpos Celestes, dice. Entonces la clase se queda mirándola como si se acabase de escapar del Área 51.
El profe pincha en el play y empieza el circo
romano, al menos en aquellos tiempos se decían las cosas por su nombre. La
sangre era sangre, las tripas eran tripas. Hoy lo llaman formato de
entretenimiento. Al menos al gladiador se le permitía morir matando…a Lucía al
final solo le quedó el Twitter.
La clase se traga cerca de una hora de vídeos donde se puede ver como a Lucía la van humillando y degradando hasta límites
espeluznantes, llegando a tener su última aparición en el plató de Sálvame
Deluxe donde el espectáculo termina levantándole el estómago a la chica que levantó
la mano.
Vídeo a vídeo los chicos ven como una
persona que ha dedicado su vida a escribir y trabajar en diversos ámbitos de la
cultura, es pasada por una trituradora de cuchillas oxidadas hasta que lo que
queda de ella es empaquetado y mandado directamente al psicólogo de guardia.
Entonces aprenden como una serie de personajes,
que forman parte de un laberinto de cloacas donde se ganan la vida desollando a
personas, metiéndose wistrol o tirándose a todo lo que se mueva y huela a
Kiko Rivera; quedan como triunfadores y listos, chicos todos modernos y
divertidos, que al final de mes se llevarán una pasta que ni Lucía en dos años
ganará por muchos libros que venda.
Ahora, después de comprobar como la peor maldad, la ordinariez, la ignorancia más burda y la crueldad más absoluta
triunfan en televisión y crean modelos de conducta; el profe apaga el proyector
y mira a la clase desconcertado. ¿Qué hacen estos aquí? ¿Qué hago yo aquí?, no termina de saber, la verdad, que le queda menos claro.
Más de un cincuenta por ciento de paro juvenil, piensa el profe para sí, más de diez mil chavales (la mayoría con carreras)
ganándose la vida en Reino Unido de camarero o limpiando platos. Bien. Diez por
ciento de recorte futuro de sueldo por mandato del FMI. Bien.
- - Si os dijera ahora que os pusierais a
estudiar, ¿qué me contestaríais? – Les pregunta el profe a la clase mirándolos a
todos muy serio.
- - Que estás usted gilipollas – Contesta la
chica tímida que leyó a Lucía.
El profesor la mira curioso y sonríe por fin aliviado, al menos estos llaman a las cosas por su nombre. Que no es poco, sin duda, para donde han nacido.
El profesor la mira curioso y sonríe por fin aliviado, al menos estos llaman a las cosas por su nombre. Que no es poco, sin duda, para donde han nacido.
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