Cuatro cosas inaceptables

    Desde que ocurrió el accidente del Alvia en Santiago, son muchos los ríos de tinta que ya han corrido. Son muchas las mil y unas teorías que se han barajado en medios, tertulias y barras de bar. Es demasiado el ruido y muy pocas las explicaciones. La primera de ellas, la más difícil de buscar, por ser en realidad imposible el poder hallarla. ¿Por qué el destino corta así la vida de esa forma tan atroz y tan sin sentido?.
  Pero no voy a extenderme demasiado en la entrada acerca de éste asunto, ya que hay información, o desinformación, más que suficiente en los diferentes medios de comunicación. Así que voy a limitarme a exponer cuatro cosas que considero inaceptables:

1º Es inaceptable que ochenta vidas se hayan quedado en esa maldita curva, sean cuales sean las causas, jamás debería haber ocurrido. Si no fuese porque debemos ser conscientes que no existe avión que no se caiga, ni barco que no se hunda, ni se diseñará por ahora ningún tren que no descarrile. La fatalidad está ahí, es una pequeña bolita en el enorme bombo de la probabilidad, donde la tecnología más puntera nos hace pensar a veces que no existe. Pero tarde o temprano cae, como cae el día que a alguien le toca el Euromillón o el trabajo de su vida. También toca el día en que una curva te dice hasta ahí.

2º Es inaceptable la poca prudencia con que han actuado los medios de comunicación, publicando de forma totalmente desafortunada aquella imagen de Facebook sacada por completo de contexto. Recordemos que el maquinista tenía treinta años de experiencia con un expediente impoluto, recordemos que él también se estrelló a 190. No se deberían hacer juicios por parte de los medios, y mucho menos desde el primer día y utilizando una imagen de Facebook, que situándola junto a la del siniestro, se convertía para el maquinista en su peor sentencia.

3º Es inaceptable la actitud que se está teniendo desde Adif, descargando toda la responsabilidad sobre el maquinista, probablemente porque se ha dado la circunstancia de que él no ha sido el único culpable.   Mucho me temo que gran parte del problema ha sido la unión del error humano junto a un punto ciego en la seguridad del tendido ferroviario. Pero esto no es más que una percepción personal a partir de todo lo leído, quiénes tienen que hablar, porque son los únicos que quiero escuchar, son los ingenieros. Ni tertulianos, ni políticos ni periodistas ávidos de que su diario sea el primero en ser pinchado en Google.

4º Es inaceptable, que como siempre, los españoles seamos los primeros en apedrear la imagen de la ingeniería española. Extrapolando un error fatídico en la seguridad de la vía, a toda una labor de décadas por parte del sector del ferrocarril español. Minando desde dentro, como tan bien sabemos hacer, la demostrada fiabilidad y prestigio de nuestras empresas dedicadas al sector ferroviario. 

 Hay tres cosas que son innegables: lo primero es que sabemos construir buenas vías, lo segundo es que tenemos los trenes de alta velocidad más seguros que se puedan encontrar en Europa. Lo tercero, es que aquí, como en todos lados, también se hacen chapuzas puntuales, negligencias y errores imperdonables como los de aquella curva. No nos olvidemos que el avión comercial más grande y avanzado del mundo, Airbus A380, tuvo en sus primeros años un fallo en un motor Rolls Royce. De ingeniería mecánica inglesa de élite por cierto, menos mal que no era español.

Creo que lo que debe de hacerse por parte de los medios es tener más cautela y mucha más prudencia a la hora de tratar la información. Lo más interesante debe ser la versión de los técnicos, lo más esencial es lo que nos diga la caja negra.


  Lo fácil es colgar al maquinista, quién también salió de aquel tren con la cara ensangrentada. Pero se debe educar a la gente en la cultura del análisis frío y racional. El objetivo no es la venganza, el objetivo debe ser que conozcamos mejor nuestros ferrocarriles, y que estemos orgullosos de lo que hemos hecho bien, pero también se persiga a los responsables de aquellos errores técnicos que han provocado la tragedia. Todo lo demás es solamente ruido, oportunismo y sensacionalismo.

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