Un enemigo mortal e invisible llamado patriarcado


  El patriarcado es como la radiactividad: no se ve, no huele, no se oye, y lo que es peor aún: no sabemos hasta dónde ha llegado y cuán de hondo ha calado en nosotros. Pero algo que podemos tener como absoluta certeza es que inunda toda forma de vida social. Al igual que en Chernóbil, todo lo que ves, e incluso lo que no ves, está cubierto de una mortal capa radioactiva patriarquil que irradia desigualdad, injusticia y muerte.
 
Colección de muñecas Barbie con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer.
  No es un problema que comenzase ayer, ni antes de ayer. Prácticamente desde el inicio de las sociedades complejas (probablemente también desde antes) el hombre se alzó como dominador absoluto de la mujer. Y esto incluye todos los órdenes de la vida cotidiana y todas las dimensiones que podamos imaginar: nos apoderamos de su voluntad, de su dignidad, de sus deseos, de sus sueños, de sus sexualidad, de su imaginación; es decir: nos erigimos como los dueños del sentido de su propia existencia. Nos alzamos como sus dioses. Unos dioses inmisericordes, crueles, vengativos e injustos. Dramáticamente injustos.
  Pero ese papel de sumisión absoluta al hombre se puso en duda, por primera vez en la historia, en el siglo XVIII, con la Ilustración. Serían en los salones europeos donde comenzarían a despuntar las primeras escritoras y pensadoras, haciéndoles ver al mundo civilizado que el principio del fin del patriarcado había comenzado.
  Evidentemente eran una absoluta minoría. Apenas un puñado de mujeres pertenecientes a las élites de la sociedad europea. Pero ellas fueron los primeros rayos al despuntar el alba.
  El primero de esos rayos fue Mary Wollstonecraft, una filósofa y escritora británica que escribió un tratado llamado Vindicación de los derechos de la mujer, un texto precursor de la filosofía feminista.

Mary Wollstonecraft
  Por cierto, una nota curiosa. Wollstonecraft se casó con el filósofo William Godwin, con quien tuvo una hija que llevaría el nombre de...Mary Shelley. Sí, gente, Wollstonecraft no sólo fue una pionera del feminismo, sino también madre de la autora de Frankestein. Estaréis de acuerdo conmigo en que tuvo que ser una tía interesante, sin duda alguna.
  El hecho es que han pasado tres siglos desde aquello y es cierto que, aunque se ha avanzado mucho, el dominio del patriarcado sigue siendo absolutamente demoledor.
  El problema es que el patriarcado lo inunda todo de tal modo que es muy difícil detectar dónde se halla y cómo sanar la infección. Es una pandemia planetaria que está presente en cada minuto de nuestra existencia.
  Nada se libra de su influencia: educación, medios de comunicación, familia, ámbito laboral, moda, cultura...nosotros. Desde que nos despertamos hasta que nos acostamos (y probablemente mientras soñamos) somos machistas.
  De igual modo a como cuando, siglos atrás, llegaba a una ciudad una epidemia de peste negra, lo principal es que hoy día los mandatarios sean conscientes de que hay que declarar el “estado de cuarentena” y luchar sin cuartel contra este enemigo que, al igual que la peste, es mortal pero invisible.
  Día tras día las mujeres sufren el tener que enfrentarse a un mundo donde ellas son las presas y nosotros, los hombres, sus depredadores. Da igual que sea en el trabajo, en las relaciones amorosas o en la calle: todos los hombres estamos socialmente programados para actuar y sentir como potenciales devoradores de sus derechos, y a veces de su propia vida.
  Desde 2003 hasta ahora, han muerto asesinadas en España una media de 60 mujeres al año. Es decir, más de 900 mujeres. Para que os hagáis una idea de la dimensión de la cifra, el número de mujeres asesinadas por violencia de género ya supera al de personas asesinadas por E.T.A.
  Y esto es en España, un país con uno de los índices de violencia machista más bajos del mundo. Imaginad cómo es la situación de la mujer en Sudamérica, África o Asia.
  
  En Ciudad Juárez (Chihuahua, México) han sido asesinadas cientos y cientos de mujeres de la forma más espantosa que podáis imaginar. La mayoría son trabajadoras de fábricas que producen productos para exportarlos a EE.UU. Es complejo dilucidar las causas de tal atroz fenómeno. Probablemente sea un cúmulo de factores, tales como el narcotráfico, la ultraviolencia que ha sociabilizado el narco, la misoginia que se respira en México o la vulnerabilidad laboral y personal que tienen las trabajadoras.  
  
  El asunto es que desde comienzos de los años noventa se instauró en Ciudad Juárez la moda macabra de secuestrar a estas muchachas, torturarlas de forma salvaje, violarlas y estrangularlas o acuchillarlas. Y de este modo tan siniestro, solo desde 2010 hasta ahora, ya han cercenado la vida a más de 900 mujeres. Si contabilizamos desde principios de los noventa, y atendemos a las muchísimas desapariciones que están sin esclarecer, probablemente sean varios miles de mujeres las que han sido asesinadas tan sólo por el capricho de unos hombres que querían disfrutar viéndolas sufrir hasta el extremo.

  Al otro lado del mundo, en Asia, existe un país maravilloso que se llama India, pero donde también se da uno de los fenómenos machistas más crueles y tristes que pueda haber. Aparte del grado de violencia y acoso continuo al que se ven sometidas las mujeres indias (cada veinte minutos es violada una mujer), existe una modalidad muy común de crimen machista: los asesinatos por el impago de la dote.
  Y es que en la sociedad india, sobre todo en las clases más bajas, existe un impuesto nupcial con el que la familia de la novia debe pagar al novio al desposarse con él. Muchas familias, debido a la extrema pobreza en la que viven, se ven imposibilitadas para pagar la dote. Y esto lleva a que cada hora una mujer sea asesinada a manos de su marido.
  Pero por si esto no fuese lo suficientemente trágico, el modo más común con el que los maridos vengan el deshonor de no haber recibido la dote es arrojar ácido en la cara de sus esposas. Ya que de este modo la dejan peor que muertas, la transforman en mitad monstruos mitad fantasmas, para que así sean repudiadas por todos y vivan el resto de sus días en una dimensión paralela de humillación y pena. La mayoría de la veces, como os digo, los crímenes con ácido se suelen dar por el impago de la dote. Pero también hay muchas otras causas. Básicamente cualquier excusa es válida para perpetrar tal horrendo acto contra una mujer.
  
Fotograma del reportaje "No es país para mujeres", de Jon Sistiaga.
  Además de las agresiones con ácido, son muy comunes las violaciones grupales a muchachas de las clases más humildes, sobre todo de los “intocables”. Muchas de estas víctimas de violaciones, ante la situación de tener que seguir viviendo en una sociedad que, si ya de por sí la vilipendiaba por ser “intocables”, encima después de violadas las va a tratar como a un insecto, deciden ponerse una soga al cuello y acabar con la tragedia de haber nacido en uno de los mayores infiernos para nacer mujer.
  
  Otro de los países nada recomendados para las mujeres, por desgracia, teniendo en cuenta que es un lugar mágico, es el actual Egipto. El 99,3% de las egipcias reconocen haber sido acosadas. Para ser conscientes de hasta que punto llega esto, os invito a ver el reportaje que intentó realizar Alejandra Andrade. Digo intentó, porque entre el nivel extremo de acoso de los hombres, y la presión continua de los militares (Egipto vive actualmente bajo una dictadura militar), por motivos de seguridad se tuvo que ver finalmente obligada a suspender la grabación del reportaje. La periodista, que muchos conoceréis por haberla visto viajando por los lugares más peligrosos del planeta, reconoció que fue en Egipto donde pasó mayor angustia.
  Y es que en El Cairo han ocurrido cosas que parecen sacadas de una película de terror. La mítica Plaza Tahrir, epicentro de las manifestaciones de lo que se creyó que iba a ser el principio de la democratización de muchos países musulmanes, ha sido testigo de violaciones en grupo de forma absolutamente salvaje.
  
Plaza Tahrir
  En aquella plaza se ha vivido tal grado de violencia hacia la mujer que, después de varias sonadas violaciones grupales, se decidió organizar círculos de seguridad para que las mujeres pudieran asistir a la manifestación sin ser violadas.
  Una de esas víctima fue la periodista Lara Logan. Un 11 de febrero de 2011 se encontraba realizando un informe para el programa “60 minutos”, de la cadena nortemaricana CBS, cuando una multitud se avalanzó sobre ella y, a pesar de que la acompañaba su equipo, todos fueron separados hasta que la turba se hizo con la periodista como una jauría de hienas. Entonces, fue manoseada, mordida, golpeada y violada por más de 200 hombres que, por turnos, y festejando la acción, hicieron con ella lo que les dio la gana mientras la violaban y le hacían fotos desnuda.
  Su caso, y el de otras periodistas violadas en Egipto, ha llegado hasta nosotros por ser mujeres occidentales. Pero lo que le pasó a ella ocurre día tras día a multitud de mujeres que son “invisibles” por no ser blancas y occidentales.
  
  Hay muchísimos sitios donde la situación de la mujer es francamente dramática, pero si hay un lugar en todo el globo terráqueo donde las mujeres están absolutamente aplastadas, ese sitio es el Califato Islámico.
  
Mujeres esclavas de ISIS
  Durante los años de gloria del Califato, el ISIS impuso en sus dominios el régimen más cruel que jamás se haya instaurado, llegando incluso a superar hasta a los mismísimos talibanes. Ya que son varios los países donde impera la sharia (Afganistán, Arabia Saudí, etc), pero es dentro del Califato Islámico donde ha llegado alcanzar el grado más enfermizo y paranoico de todos. Aunque tampoco creáis que países como Arabia Saudí están muy lejos del integrismo del DAESH.
  ISIS ha asesinado, vejado y torturado a muchísimas mujeres, por delitos tan surrealistas, como: permitir por error que se les viese los ojos a través del niqab, perfumarse antes de salir de casa, hablar en voz alta, cantar, no darse cuenta de que se les marcaban las caderas, verlas pasear con un hombre que no fuese su marido o un familiar cercano, abrirse una cuenta de Facebook, ser de una etnia distinta a la suní y un largo etcétera tan extenso como ellos quisieran.

  Después de este breve repaso de los peores infiernos en la tierra que existen para las mujeres, es evidente que el camino que nos queda por recorrer es enorme. Ya que, si nos va a costar varias décadas conseguir avanzar en la igualdad en los países desarrollados, ¿cuánto tiempo nos llevará avanzar en los países subdesarrollados, que son el 80% de mundo?. Pues es esencial ser conscientes de que la perpetuación del patriarcado está asegurada con sociedades llenas de desigualdad y falta de oportunidades. Pues la clave de todo, sobra decir, que es la educación.
Moderna de Pueblo
  Personalmente, creo que estamos en un auténtico punto de inflexión en cuánto a la lucha feminista. El fenómeno del #MeToo ha sido como la grieta en la pared de la presa que permite que la inmensa presión del agua termine por desquebrajar la estructura y liberar millones de litros de forma totalmente incontrolable.
  Básicamente, porque hay algo que confiere un enorme poder a cualquier tipo de lucha social, y con el feminismo acaba de ocurrir: y es que el capitalismo lo convierta en un producto. Este fenómeno social/mercadotécnico ya se ha dado con el ecologismo, y ahora, está comenzando a cobrar un imparable auge con la lucha por la igualdad. Dicho fenómeno, lejos de ser algo malo, es lo mejor que podía suceder. En mi más humilde opinión, creo que el feminismo anticapitalista se equivoca de pleno: el capitalismo no es el enemigo, es el mejor aliado.
  Pero si hay algo en lo que todos estamos de acuerdo es que la huelga de hoy no va a ser una más. El ocho de marzo de 2018 pasará a la historia de España como un antes y un después en la lucha por la igualdad. De esto no tengo ni la más mínima duda.
 
Sufragistas inglesas
  Y ante un momento histórico como el que vivimos, sólo cabe ser conscientes de que hay que apostar por la transversalidad y el pragmatismo, pues esto no se trata de colores políticos, ya que es una batalla que nos concierne a todos. Por ello, tantos los distintos partidos como los colectivos implicados en la lucha feminista, deberían ser más sensatos y ser conscientes de que esta guerra sólo la ganaremos si vamos todos juntos codo con codo. No podemos permitirnos caer en el sectarismo, la ceguera ni la intransigencia.
  La historia reciente de España ha demostrado que este país es capaz de lograr grandes cosas cuando pensamos en transversal y adoptamos un modo de actuar en democracia que a mí me parece el más útil y hermoso de todos: el sentido de Estado.
 Pensar en el bien común más allá de idearios. Hacer un esfuerzo para dudar de nuestros planteamientos y encontrar puntos de entendimiento. Esforzarnos por comunicar nuestras ideas de un modo respetuoso y pedagógico.
  Pero, sobre todo: tener la sensibilidad suficiente para ser conscientes de que esta batalla ha comenzado, y, sus logros, serán el legado que le dejaremos a nuestros hijos.
  Así que desde hoy deberíamos tatuarnos mentalmente una idea esencial: la lucha por la igualdad es el pilar central de cualquier sociedad avanzada. Por ello, tened muy claro una cosa: España será feminista o no será.

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